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viernes, mayo 21, 2010

La Argentina, el país de las oportunidades perdidas, busca su nueva chance

La Argentina, que hacia mediados del siglo XX parecía destinada a convertirse en Australia o Canadá y terminó sumergida en crisis recurrentes y una desigualdad similar a la de naciones más relegadas, llega a su Bicentenario con el desafío de lograr un rumbo definido de crecimiento a través de políticas consensuadas.

Sin la pericia de la dirigencia política de Brasil, Chile o Uruguay para, tras soportar duras dictaduras, concertar políticas de Estado en cuestiones centrales capaces de permitirle alcanzar grados de desarrollo sustentables, al país le costó siempre consolidar un proceso de recuperación sostenida.

Tras recuperarse al 9 por ciento anual luego de la debacle del 2001, y atravesar un proceso recesivo en el 2009, la Nación tiene el desafío de encaminar sus políticas para pasar del crecimiento al desarrollo.

La inestabilidad política, común a casi todas las naciones sudamericanas, conspiró en el país durante la mayor parte del siglo pasado contra cualquier posibilidad de poner proa hacia el desarrollo.

Su primer Bicentenario, la República lo celebró creciendo al ritmo del desarrollo de una red ferroviaria de envergadura y de la llegada de una inmigración dispuesta al trabajo duro y al sacrificio.

La condición de ‘granero en el mundo‘ justificaba semejante expectativa, aunque las instituciones, debilitadas por la dominación conservadora y, décadas más tarde, por el más sofisticado ‘fraude patriótico‘, sembraban dudas, profundizadas por la inequidad social y la represión de movimientos obreros.

La Nación soportó en el siglo XX cinco golpes de Estado al estilo brutal y ortodoxo -y otros palaciegos entre grupos militares-, contra gobiernos que, con sus más y sus menos, intentaban avanzar en el objetivo de lograr desarrollo económico, mejoras sociales y mayor institucionalidad.

La irrupción del peronismo tras el golpe del 1943 que terminó encumbrando a Juan Perón en el poder en 1945, pareció el salto que necesitaba el país para que millones de desharrapados tuvieran acceso a conquistas sociales sin precedentes en la conflictiva historia argentina.
Pero durante su gobierno también se acrecentaron las grandes divisiones en una Nación que aún hoy no logra dar el salto cualitativo necesario para superarlas, y esto se refleja en la economía.

A fines del siglo XIX y comienzos del XX, la Argentina fue uno de los diez países más ricos del mundo, y sus tasas de crecimiento eran incluso mayores que las de Estados Unidos.
Entre 1862 y 1929, el país creció a una tasa anual del 5,1%, mientras los Estados Unidos lo hicieron al 3,7%, pero entre 1930 y 2006, las tasas fueron del 3,4% para EE.UU. y de 2,5% para la Argentina, según un trabajo de la Universidad del Tucumán.

Al comienzo del siglo XX, el PBI norteamericano era de 4.000 dólares per cápita mientras el de la Argentina era de 2.917, 1,37 veces menor. Ahora, el PBI de EE.UU. es de 30.000 dólares per cápita mientras el de la Argentina es de apenas 8.500, 3,5 veces inferior.

Mientras en Estados Unidos y en la Argentina hubo sólo 5 crisis económico-sociales entre 1862 y 1929, entre 1930 y 2006 los argentinos padecieron 16 y los estadounidenses sólo 4.

Dictadura feroz y retroceso económico.

El mayor retroceso de la economía argentina puede ubicarse durante la última dictadura militar, cuando la política implementada por José Alfredo Martínez de Hoz -hoy preso por el secuestro de dos empresarios- desmanteló el aparato fabril, dio vía libre a las importaciones, hizo crecer la ilusión de la ’plata dulce’ y la ’bicicleta financiera’ pero, sobre todo, se encargó de aumentar la dependencia de la Argentina, haciendo que la deuda pasara de 6.000 millones de dólares en 1976 a 43.000 millones en 1983, con un crecimiento del 600 por ciento.

Tras la dictadura, el gobierno de Raúl Alfonsín intentó domar sin suerte al potro desbocado de la hiperinflación, lo cual le terminó costando el adelantamiento de la entrega del poder.
En los 90, y tras varios pasos erráticos, Carlos Menem impuso un régimen de convertibilidad ideado por Domingo Cavallo, que desde el primero de abril de 1991 fue capaz de ponerle un dique de contención a la locura de la remarcación de precios.

Pero el sistema se terminó financiando a costa de un mayor endeudamiento externo y comenzó a colapsar en 1999, cuando Brasil devaluó su moneda tras cuatro años de aplicar un sistema similar al de la convertibilidad.

Era también el principio del fin para la convertibilidad, que ya daba muestras de agotamiento desde hacía tiempo.

El sucesor de Menem, Fernando de la Rúa, buscó mantener la paridad uno a uno entre peso y dólar, una promesa de campaña que había sido clave para derrotar a Eduardo Duhalde, pero las cartas ya estaban echadas, y el ajuste aplicado en el 2001, sumado al bombardeo recibido desde el peronismo y la debacle del precio de los commodities, terminaron de sellar su suerte, con una veintena de muertes incluida.

Finalmente, Duhalde aplicó en parte el programa que ya venía conversando con grandes industriales y distintos sectores económicos: devaluó, mantuvo las restricciones a los depósitos a través del ’corralón’, pesificó deudas y, de a poco, la economía comenzó a encauzarse, aunque otra vez la transferencia de ingresos de los sectores más postergados a la pirámide de la torta, que tenía sus dólares a resguardo, se dio de manera brutal.

Néstor Kirchner, desde mayo de 2003, continuó la política de dólar alto, aliento a las exportaciones y contención social a través de planes de asistencia financiados con retenciones agropecuarias, y durante su gobierno se produjo uno de los crecimientos más importantes de la historia económica argentina: 40 por ciento.

Además, la fenomenal acumulación de reservas le permitió al entonces presidente Kirchner cancelar de un plumazo toda la deuda con el FMI, el organismo considerado emblema de todos los males y desgracias de la Argentina.

La Argentina liquidó en un solo pago, en enero del 2006, su deuda de 9.810 millones de dólares con el Fondo, en lo que se podría considerar la decisión económica más impactante tras el lanzamiento de la convertibilidad 15 años antes.

Similar política económica adoptó su esposa, Cristina Fernández, al sucederlo en diciembre del 2007, en lo que en realidad se evidenció como un segundo período de Kirchner, aunque sirvió para darle la posibilidad al ‘pingüino‘ de volver a presentarse en el 2011.

Artículo original

2 comentarios:

  1. Anónimo4:37 a.m.

    el pais de las oportunidades perdidas que es mucho mayor que chile,con una renta per capita mayor y un desarrollo economico mejor.
    argentina es el pais mas rico de latinoamerica, y la 3ra economia de la region,mientras que "gran" pais chile es el 6to.

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  2. Anónimo10:43 a.m.

    Es mayor en cuanto a extensión,en renta per cápita Chile los superó hace rato,y que es mas rico ,indudablemente que si,pero eso también habla de la incapacidad para explotar sus riquezas,manteniendo a una proporción considerable de su población en la indigencia.Hoy Argentina es un país con altamente corrupto,definitivamente dominado por la delincuencia,y con una calidad de vida muy deteriorada.Que el 75% de los pensionados cobre ménos de 700 pesos argentinos al mes lo dice todo(publicado por el diario Clarin).

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ACLARACION: Este blog no es antiperuano ni nacionalista chileno. Este blog simplemente recopila y (a veces) comenta sobre artículos recopilados en la prensa nacional y mundial y que involucran a Chile. Si parece "cargado" hacia Perú, simplemente, es resultado de la publicación constante -y obsesiva- en ese país de artículos en que se relaciona a Chile. Así también, como ejemplo opuesto, no aparecen articulos argentinos, simplemente, porque en ese país no se publican notas frecuentes respecto Chile. Este blog también publica -de vez en cuando- artículos (peruanos o de medios internacionales) para desmitificar ciertas creencias peruanas -promovidas por medios de comunicación y políticos populistas de ese país- sobre que Perú ha superado el desarrollo chileno, lo que es usado en ese país para asegurar que Chile envidia a Perú y que por eso buscaría perjudicarlo. Es decir, se usa el mito de la superación peruana y la envidia, para incitar el odio antichileno en Perú.